Ahorro, Renovables

Cómo interpretar las etiquetas de eficiencia energética

Desde el 1 de marzo de 2021, son muchos los dispositivos electrónicos que están obligados a llevar consigo el nuevo etiquetado de eficiencia energética. Y si bien es cierto que es más sencillo que el anterior, ¡aún hay quien se pierde un poco al leer estas etiquetas! No te preocupes si ese es tu caso, porque te vamos a enseñar cómo interpretar estas etiquetas y jamás volverá a pasarte.

El concepto de eficiencia energética no es algo nuevo, pero sí es algo que se ha puesto más en boga en estos últimos años. Porque cada vez escuchamos más hablar de la necesidad de reducir nuestro consumo de energía y cuidar el medioambiente, y todo esto va un poco de la mano. Además, la subida del precio de la luz también ha hecho que recurramos a dispositivos que consuman menos para conseguir abaratarla al máximo.

Para medir esta eficiencia en los electrodomésticos que más consumimos en nuestro día a día, la Organicación de Consumidores y Usuarios propuso una medida sencilla pero eficaz. Consideraban que las antiguas etiquetas eran algo complejas, y no permitían que los consumidores supieran exactamente cuánto consumía su dispositivo. La Unión Europea se lanzó a la investigación, y, tras muchos estudios, llegaron a una conclusión. Para evitar esa opacidad, sugirieron unas nuevas etiquetas de eficiencia energética. Y justo de estas vamos a hablar hoy nosotros. ¡Continúa leyendo, y no te pierdas nada!

Qué es la eficiencia energética

Comencemos por los conceptos más básicos, para así comprender realmente la importancia de estas etiquetas. La eficiencia energética se refiere a cómo podemos obtener los mejores resultados empleando siempre la menor cantidad de energía. Es decir, cómo podemos reducir nuestro consumo en la medida de lo posible pero manteniendo siempre el mismo rendimiento.

Es fácil comprender entonces por qué es importante esta eficiencia. Y es que estos son los principales beneficios que trae consigo el apostar por productos eficientes:

  1. En primer lugar, conseguirás ahorrar tanto en energía como en costes. Esto es fundamental, sobre todo con la subida del precio de la luz. No solo es importante para las empresas, sino también para las viviendas particulares. Porque reducir tu consumo energético, aunque sea en menor medida, ¡también hará que tus facturas sean más pequeñas! Y todo va sumando mes a mes.
  2. El ahorro energético no solo es bueno para tu bolsillo, también lo es para el medioambiente. Es una forma de cuidar el mundo que nos rodea, y procurar que sus materias primas duren el máximo tiempo posible.
  3. Al consumir menos energía, también podemos reducir nuestra huella ambiental. Esta es una medida concreta que señala el impacto que tiene un producto en el medioambiente a lo largo de toda su vida. Cuanto menor sea la huella de un producto, menor impacto negativo tendrá en el mundo.

Al poder conocer cómo de eficientes son los dispositivos electrónicos que estamos comprando, sobre todo los electrodomésticos, podremos decantarnos por los que tengan una mejor clasificación. Y, de este modo, nos estaremos sumando al cuidado del medioambiente y a la reducción de la factura de la luz. Pero ¿cómo podemos conocer con detalle cuánto consumen nuestros productos? Justo ahí es donde entra en juego la etiqueta de eficiencia energética, tanto la antigua como la nueva.

Las nuevas etiquetas de eficiencia energética

Desde el 1 de marzo del año pasado, todos aquellos electrodomésticos que quieran salir a la venta en la Unión Europea deben llevar una etiqueta especial. En esta podremos encontrar su Índice de Eficiencia Energética, entre otros tantos parámetros que pueden llegar a ser de interés. Es la normativa europea la que se encarga de señalar qué deben tener exactamente estas etiquetas. Y hay ciertos requisitos que son totalmente indispensables:

  • Todas las etiquetas deben traer consigo un código QR, que debe redireccionar a la Base de Datos Europea de Productos. De esta manera, los consumidores podrán tener acceso a mucha más información de la que cabe físicamente en la etiqueta.
  • Como mínimo, en la etiqueta debe aparecer una letra mediante la que se clasifica. Además, debe tener la marca del producto, el modelo y una estimación aproximada de lo que consume anualmente. Este último dato se debe señalar siempre en kilovatios por hora. También debe incorporar el ruido que hace y, dependiendo del electrodoméstico, podrá traer más información adicional.
  • Como hemos señalado, siempre aparecerá una letra que forma parte de una escala. La clasificación irá desde la A para los productos más eficientes hasta la G para los menos eficientes. Antiguamente, esta clasificación era más compleja, puesto que iba desde la A hasta la D, y dentro de la A había incluso subcategorías.

Una curiosidad que debes saber es que todos los electrodomésticos que antes eran clase A+++, los más eficientes, ahora han pasado a ser clase B. La clase A se ha reservado para todos esos productos nuevos que, poco a poco, irán mejorando en cuanto a la eficiencia energética se refiere. Porque la idea es que estas etiquetas sean capaces de seguir las mejoras que se espera que lleguen en las próximas décadas y, de esta forma, no se quedarán obsoletas.

Las etiquetas antiguas y los beneficios del cambio

Las etiquetas de certificación energéticas previas al cambio eran un poco más confusas, puesto que el hecho de que la clase A tuviera varias subcategorías podía ser complejo. Según señalaba la OCU, esto podía hacer que la gente no se sintiera tan partidaria a apostar directamente por los más eficientes. Al fin y al cabo, ¿qué diferencia real había entre A++ y A+++? Para un usuario medio que leyera una etiqueta, esta diferencia sería nimia.

Es precisamente por esto por lo que se apostó por el cambio. Tras diversos estudios, se consideró que la simplificación de estas etiquetas podía empujar a las personas a apostar por una mayor eficiencia. Porque no solo ha cambiado la categoría en sí, sino también el diseño y la forma de mostrar la información.

Asimismo, las etiquetas ahora dan más información que antes y de forma más clara. Podemos poner el ejemplo de las lavadoras: antes se hablaba del consumo de agua en 220 ciclos, y no por programa. Además, el consumo anual de energía era por 220 ciclos de lavado también. No obstante, ahora los pictogramas dan mucha más información, y el consumo de energía es por cada 100 ciclos de funcionamiento. Esto puede hacer que sea mucho más fácil de comprender el mensaje final, y es cuánto consume realmente el producto. Y eso sin olvidar, por supuesto, que los límites de la clase energética ahora son más estrictos.

¿Todos los productos tienen estas etiquetas?

La etiqueta de eficiencia energética no tiene por qué estar en absolutamente todos los productos, pero sí debe aparecer de forma necesaria en los siguientes:

  • Lavadoras, secadoras o lavadoras – secadoras.
  • Lavavajillas.
  • Hornos.
  • Dispositivos de cocina como pequeños electrodomésticos.
  • Frigoríficos y congeladores.
  • Aparatos de aire acondicionado.
  • Calderas, termos eléctricos y calentadores.
  • Calefactores y radiadores.
  • Televisiones y monitores.
  • Lámparas y bombillas.

Las etiquetas no son iguales en todos los dispositivos, puesto que no en todos se exige la misma información. Sí es cierto que la base sí es igual, pero posteriormente veremos las diferencias más importantes. Además, hay algunas que apenas respectan cambios con respecto a modelos anteriores. ¡Todo esto lo veremos a continuación!

Cómo leer bien una etiqueta de eficiencia energética

Pasemos ahora a lo que realmente nos importa: cómo podemos leer una etiqueta y entender todo lo que pone en ella. Es más sencillo de lo que pueda parecer, siempre y cuando comprendas cuáles son las partes que la componen. A continuación podrás ver un ejemplo de un lavavajillas, aunque recuerda que cada producto tiene sus peculiaridades.

  • En la parte superior de toda etiqueta hallarás un código QR. Esta es la novedad más relevante que este cambio ha implementado, puesto que ahora te permitirá consultar toda la información completa.
  • Lo siguiente que encontrarás, y que aparece reflejado con barras, son las clases. Estas van desde la A hasta la G, y nos muestran el Índice de Eficiencia Energética. Este, para calcularse, tiene en cuenta el consumo anual de energía.
  • Justo tras eso, se calcula siempre el gasto energético basado en 100 ciclos de lavado. En el caso de los frigoríficos u otro tipo de dispositivos, se calcula con base en el consumo anual.
  • En la parte inferior encontrarás todos los pictogramas. Estos son los que cambian dependiendo del producto, puesto que no de todos necesitarás saber la misma información. Pese a todo, siempre podrás verlo de forma bastante clara, así que eso no te supondrá un problema.

Los electrodomésticos y sus peculiaridades

No todos los dispositivos hacen lo mismo y, por tanto, no todos necesitan la misma información en sus etiquetas. Hasta el apartado de consumo energético, encontrarás siempre los mismos datos. Pero es a partir de este punto que todo cambia, y va a depender del electrodoméstico que estés consultado que halles unos pictogramas u otros.

  • En el caso de frigoríficos y congeladores, vas a encontrar la suma del volumen de almacenamiento. Además, podrás ver también la suma del volumen de almacenamiento de los congelados. Y, por último, el ruido que hace indicado en dB.
  • En el caso de los frigoríficos que se dedican únicamente para almacenar vino, estos mostrarán la capacidad y el ruido.
  • Pasamos a los lavavajillas, que muestran algo más de información en los pictogramas. Por supuesto, podrás ver el ruido, puesto que esto aparece en casi todos. Y, además, los siguientes parámetros:
    • La capacidad.
    • El consumo de agua por cada 100 lavados, un punto también muy interesante a la hora de cuidar el medioambiente.
    • La duración del programa ECO, que es el que menor consumo realizará.
  • Tras esto, hemos de hablar de las lavadoras, unos electrodomésticos muy importantes en nuestro hogar. Por supuesto, podrás ver el ruido máximo que alcanzan. Y, además:
    • La capacidad máxima en kg de ropa.
    • El tiempo de lavado del programa ECO.
    • El consumo de agua ponderado, siempre haciendo referencia al programa ECO.
    • La clase de eficiencia energética que tiene en el centrifugado.
  • Las lavadoras – secadoras son muy parecidas, aunque algo más complejas. Y es que tendrán que informar tanto de la lavadora como de la secadora, de ahí que encuentres la información por duplicado. Por lo demás, los pictogramas son los mismos.
  • En el caso de las pantallas, tendrá que aparecer la eficiencia energética en modo HDR. Y, además, tendrá que mostrar en todo momento las medidas exactas tanto de monitores como de televisiones.
  • En cuanto a las bombillas, únicamente encontrarás las clases y el código QR, además del consumo ponderado.

Dispositivos diferentes: hornos y aires acondicionados

Los hornos son un tema ligeramente más complicado, puesto que hay diferentes tipos: eléctricos y de gas. Vamos a hablar primero de los hornos de gas, puesto que se consideran más eficientes- En su etiqueta podrás hallar diferencias dependiendo del tamaño del horno en sí, diferenciando entre pequeños, medianos y grandes. Encontrarás siempre el consumo, el volumen y el tipo de horno que es según tamaño. Y, por último, siempre hallarás el ruido. En el caso de los hornos eléctricos, la clase de eficiencia ahora hace referencia a los consumos unitarios. Lo curioso es que estas etiquetas prácticamente no han cambiado, aunque sí lo haya hecho la clase.

Si pasamos a ver los aires acondicionados, encontrarás siempre una gran cantidad de información. Además de la clase y de todo lo relativo al fabricante, verás el consumo en modo refrigeración. También podrás ver si únicamente enfría o también calienta. En el segundo caso, tendrás acceso a toda la información relativa a la eficiencia energética en ambos modos de forma diferenciada. Y, por supuesto, encontrarás siempre el ruido.

¿Y si no tiene etiqueta de eficiencia energética?

No todos los dispositivos tienen este tipo de etiquetado, por curioso que pueda parecer. Por ejemplo, la vitrocerámica no tiene, al igual que tampoco lo tienen por qué tener los microondas. ¡Y tampoco lo verás en los ordenadores personales! Eso no significa que no tengan una eficiencia diferente, únicamente se ha considerado que no era útil jugar con estas etiquetas.

Tampoco hallarás esta clasificación en otros productos que consumen energía, como aspiradores, tostadores, licuadoras, exprimidores, ventiladores… Pero siempre podrás consultar cuál es su consumo anual. Son muchos los fabricantes que lo incluyen, y eso hará que te resulte más sencillo ver cuánto gastan. Y, por supuesto, conocer la potencia te será de gran ayuda.